A las 18,55 horas del martes 14 de Enero de 2020 se produce una explosión en la empresa “Industrias Químicas del Oxido de Etileno” (IQOXE) ubicada en el Poligono Industrial de Industrias Petroquimicas de Tarragona muy cerca del puerto, cuyas consecuencias inmediatas en un primer balance a las 24 horas del suceso ha sido de 2 muertos y 10 heridos en el entorno de la factoría y 1 muerto más por la proyección de una placa de un reactor que impactó contra un edificio de viviendas a 2,5 Kms de distancia, entrando por una ventana y percutiendo contra un habitante varón de 52 años. Se activó el PLASEQTA de Protección Civil de la Generalitat de Catalunya (emergencias y bomberos) y se movilizaron los servicios de control industrial y medioambiental para hacer una primera evaluación de la situación, dándose por controlada a las 12 horas de la primera deflagración en IQOXE a la que siguió una segunda explosión-incendió en una central eléctrica cercana. En los primeros momentos se ordenó el confinamiento de los habitantes de las poblaciones de Tarragona, Salou, Vilaseca, Reus, Cosntantí, el Morell y la Canonja, el cual se levantó a las 21,15. Las declaraciones públicas a los medios de comunicación del empresario y de los expertos fue de una desorientación en detectar o definir el motivo de la primera deflagración, remitiéndose todos ellos a los resultados de una investigación más amplia sobre “la causa de las causas como causa del mal causado”. Ante una situación de súbita explosión de efectos indeterminados en una empresa que maneja materiales inflamables o contaminantes nos vienen a la memoria los dos accidentes químicos ocurridos hace 40 años y que marcaron una pauta en las sucesivas acciones preventivas en los trabajos de la industria química (Seveso) y el transporte de mercancías peligrosas (Los Alfaques). Desde nuestra perspectiva de unidad universitaria de prevención de riesgos laborales, nos coincide con un momento de paralización de la disminución de accidentes de trabajo que está levantando la alarma de que la normativa vigente está quedando anticuada y hay que renovarla en aspectos básicos. En el año 2016 se cumplieron 40 años del accidente de Seveso, población italiana de 17.000 habitantes, que tuvo lugar el 10 de Julio de 1976 en la empresa ICMESA, susidiaria del grupo La Roche, debido a que por sobrecalentamiento erróneo de un reactor, se produjo una reacción química secundaria exotérmica que provocó un incremento de la temperatura y de la presión que dió como resultado la emisión por la válvula de seguridad de 2 Kgs de tetraclorodibenceno-p-dioxina (TCDD), un compuesto sintético muy tóxico de entre unas 6 toneladas de diferentes productos químicos. Las consecuencias fueron muy graves y aunque no se produjeron víctimas mortales, se hospitalizaron 15 niños con inflamación en la piel, se contaminaron 18 kilómetros cuadrados de terreno y se tuvieron que sacrificar 80.000 animales. Más adelante se produjeron otros accidente muy graves como el de Bhopal en 1984 que provocó 2.500 muertos y 150,000 afectados y más recientemente otros como el de la planta de AZF en Toulouse en el año 2001 con 30 muertos y 2.500 heridos o el de Buncefield en el 2005 sin muertos pero con 40 heridos. El descontrol industrial adquiere caracter de hecatombe cuando se trata de industrial con energía nueclear como los de Chernovil o Fukishima. El 11 de julio de 1978, un camión cisterna cargado con 25 toneladas de propileno licuado salió desde Tarragona de la refinería Enpetrol y se dirigió hacia el sur por la vieja N-340, hacia Alicante. La cisterna tenía una capacidad aproximada de 45 metros cúbicos y una capacidad legal máxima de 19,35 toneladas de carga de 8 bar (unas 8 atmósferas). Sin embargo, como demostró la investigación posterior, esta capacidad fue sobrepasada con creces. Por si fuera poco, la cisterna (fabricada en acero al carbono) no disponía de ningún sistema de alivio de presión. La secuencia de la tragedia se inició cuando el conductor del camión, probablemente para ahorrarse el paso por el peaje, que habría tenido que pagar de su propio bolsillo, decidió conducir por la N-340 en dirección sur. Después de recorrer 102 kilómetros -en el p.k. 159,5- a las 14:35, al pasar por delante del campamento «Los Alfaques», ocurrió la catástrofe. En ese momento, el campamento tenía registradas unas 800 personas, y se estima que entre 300 y 400 se encontraban dentro del radio de la explosión, calculada entre 0,5 y 1 km, que mató instantáneamente a 158 personas. En la investigación subsiguiente se expuso como hipótesis más probable que el camión cisterna estaba sobrecargado, ya que llevaba unas 25 t en vez de las 19 máximas reglamentarias. Aquella cantidad ocupaba totalmente el espacio disponible de la cisterna, que de este modo quedaba llena al 100%. A pesar de que inicialmente el líquido se encontraba muy frío, debido a la larga exposición al sol durante el viaje, la carga se fue calentando y con ella se generó una expansión del líquido contenido, el cual, al carecer de espacio para expandirse, elevó la presión interna muy por encima de la que correspondería a su punto de equilibrio líquido-vapor (límite para el que estaba diseñada la cisterna). A consecuencia del exceso de presión, el tanque de acero reventó posiblemente por rotura de una de las soldaduras que unían dos secciones cilíndricas de la cisterna, desdoblándola en dos piezas. En ese instante el propileno licuado se encontró sin una pared de contención y se liberó bruscamente, al igual que ocurriría en un cohete a reacción.

El gas licuado, al verse libre y encontrar numerosos puntos productores de chispas por los rozamientos, se incendió generando una explosión cuyo empuje dividió en dos al camión, proyectando sus mitades en direcciones opuestas durante cientos de metros. Como resultado, la parte delantera de la cisterna y la tractora del camión sufrieron un impulso hacia adelante en la dirección de la carretera. La parte posterior, mucho mayor, salió despedida hacia atrás, desviándose ligeramente de la carretera y avanzando más de 200 metros campo a través hasta alcanzar el edificio de un restaurante. Visto el ángulo que formaron las dos partes de la cisterna se puede inferir que la rotura de la soldadura empezó por el lado del mar, justo apuntando al cámping de los Alfaques. Las dos piezas en que se rompió la cisterna avanzaron hacia la montaña, así como el líquido incendiado, que avanzó hacia el campamento. La deflagración del líquido arrastró una pieza inerte de la cisterna, su cobertura, que se encontró en la mitad del campamento, concretamente en la zona de mayor devastación. A raiz de los accidentes de Los Alfaques y sobre todo del de SEVESO, la entonces CEE Comunidad Económica Europea, estableció una nueva regulación mucho más exigente mediante una Directiva Europea específica, la 82/501/CEE del Consejo de 24 de Junio, la llamada «Directiva Seveso», la cual desde entonces ha tenido diferentes modificaciones a lo largo de años posteriores hasta hoy. No todas las especialidades de seguridad han tenido tan constante y meticuloso tratamiento normativo y preventivo. La seguridad laboral y la seguridad vial son un ejemplo de inmovilismo europeo. El concepto de seguridad industrial ha evolucionado a lo largo de la historia en la misma medida en que se han ido produciendo avances tecnológicos en los procesos industriales, las instalaciones y los productos, de lo que se derivan una serie de ventajas que no se cuestionan, pero que también presentan sus inconvenientes en forma de riesgos, a causa de un mal diseño, una instalación defectuosa o un mal mantenimiento, unas consecuencias negativas para la salud de las personas, para el medio ambiente o para los bienes materiales, en forma de riesgos tradicionales como los eléctricos, incendios etc.. pero también pueden ocasionar a mayor escala, riesgos graves que pueden afectar a un gran número de personas. Introduciendo de manera firme esta problemática en la prevención de riesgos laborales se daría un gran paso para acelerar y poner al día las Inspecciones de Industria, Trabajo y Transportes con una nueva normativa actualizada y coordinada. Tarragona es de nuevo un gran aviso. Autor: José Luis Pedragosa